Por Jorge Esponda
La secuencia más espectacular de Sicario inicia con tomas aéreas de un paisaje casi baldío en el que está plantado el muro que separa a Estados Unidos y México. Son imágenes bellamente compuestas que intentan graficar, también de forma eminentemente crítica, que tal frontera es en realidad mucho más difusa de lo que aparenta. La del narcotráfico es una guerra que trasciende los límites de esa olla infernal que los agentes contemplan a bordo de autos blindados para cumplir con una extracción o usando binoculares desde la aparente seguridad de una base militar, en la que también se juegan sus batallas pero de manera no oficial. Casi desde esa primera media hora la película del canadiense Denis Villeneuve establece sus reglas o mejor dicho expone sus tesis.