En conferencia de prensa fueron anunciadas el día de hoy las selecciones oficiales competitivas de ficción y documental; así como la programación completa del 17º Festival de Lima, el más importante del país, que, poco a poco viene consolidándose como un referente en la región. Del 9 al 17 de agosto, se presentarán más de 300 películas en sedes de Lima, Cusco, Iquitos, Chiclayo, Arequipa y Trujillo. Además de las películas, el festival rendirá homenajes al realizador Alexander Payne, la actriz brasilera Gloria Pires y la destacada actriz nacional Élide Brero. Otros invitados incluyen a historiador y crítico cultural Peter Biskind y al director Goran Paskaljevic.
FIACID 2013: películas en competencia (I)
4 junio, 2013 | Categoria Generales |
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El II Festival Iberoamericano de Cine Digital (FIACID 2013) se inició el martes 28 con la proyección de Locaciones: buscando a Rusty James, del chileno Alberto Fuguet, principal invitado del evento. Quedando pendiente la reseña de esa película, pasamos a comentar tres de las obras de la sección de competencia internacional.
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Las flores de mi familia, de Juan Ignacio Fernández Hoppe (Uruguay, 2012)
Este es un documental muy intimista y muy dramático del joven director uruguayo Juan Ignacio Fernández Hoppe. El film cuenta la historia de Nivia, una mujer de 90 años que ha vivido con su hija Alicia por varias décadas luego de que esta enviudara. No obstante, Alicia ha conseguido un nuevo pretendiente y desea vivir con él, por lo que, con su larga adultez tendrá que dejar nuevamente el hogar y, con ello, a su anciana madre.
El cuerpo de este film se centra en la búsqueda de una nueva vivienda para Nivia porque, según cree su propia hija, quien impulsa esta decisión: “la felicidad es encontrar un lugar para uno”. Y claro, la vida en pareja le impone desembarazarse de su progenitora. En medio de ello se desarrolla el conflicto más notorio entre ambas: la separación madre-hija, la esperanza de encontrar un nuevo amor frente al temor de envejecer en soledad. Ante esto, Nivia acusa a Alicia de querer abandonarla con suma frialdad y de una manera inconveniente puesto que tiene reparos de su actual pareja. Surge progresivamente el malestar y la incomunicación entre ambas —tanto es así que, como una especie de refugio, se verá a Nivia hablar con las palomas y a Alicia dialogar con un perro— luego de una serie de diálogos tensos a manera de reclamos, pincelados con reflexiones muy profundas. Lo más destacado de este film quizá sea la riqueza de la conversación que tiene la particularidad de ser auténtica, puesto que no es ficticia ni construida a partir de un guion estructurado. El director, como un privilegiado testigo, ha recogido lo que a sus personajes en la vida real les provoca y les confiere decir por naturaleza, y es por ello que nos comparten sus inquietudes acerca del sentido de la vida o el más allá, porque “las leyes humanas se formaron para el enigma que tenemos”, como bien apunta la protagonista.
Y precisamente lo que no sabemos es que el cineasta Juan Ignacio Fernández Hoppe es hijo de Alicia y nieto de Nivia en la vida real, quien se propuso filmar un documental que podríamos catalogar como un aventurado reality a partir del drama y los sucesos verdaderos de dos de las personas más queridas y fundamentales de su vida. Un proyecto sin duda interesante, aunque abiertamente vouyerista. Dos años de paciencia y perseverancia en acompañar y filmar la vida rutinaria de su madre y de su abuela para luego buscar hilvanar el resto de la historia —el director es aquel Ignacio a quien se dirige Nivia a lo largo de la cinta cuando mira a la cámara que siempre se muestra casera, oculta o distante. Cabe la pregunta: ¿hasta qué punto uno puede pretender ser neutral o permanecer autista mientras se sostiene una cámara en medio de un conflicto que mantiene en un juego constante y en tiempo presente situaciones que forman a la vez tu propia vida, tu intimidad? No lo sabemos. Supondremos –bien o mal– que la cinefilia a veces te gana, o el presupuesto, o ya sea el afán por perdurar a tu tribu por medio del celuloide o el vídeo digital, válido y tierno homenaje, quizá no lo suficiente como para justificar toda una película.
A cambio, la cotidianidad está perfectamente retratada. Los espacios, los objetos, los interiores, el cielo, los edificios, el puerto, la vida austera. Algunos planos se observan deslucidos pero en general la fotografía es muy cuidada y nos refuerza una atmósfera gris y taciturna, los personajes son desapasionados pero todavía con ideales y débiles esperanzas, interesantes a pesar de sus pequeñas y cotidianas preocupaciones, y es que Nivia nos invita a cuidar y a mirar las cosas simples de la vida, con la dedicación y empeño que sostiene por sus flores o su atención por las palomas que acechan su estrecho balcón. El film nos interpela a cada momento el apartado lugar que tanto como individuos y como sociedad le damos a la vejez, relegándolos en muchos casos a la cola del mundo. Por desgracia es una película extremadamente lenta, que alarga demasiado los planos detalle, que abusa de los tiempos muertos y la simple actividad sin mayor sentido, a un precio muy alto, el de la ingravidez o el aburrimiento, sobretodo la falta de cohesión, tanto que no se justificaría si es así como ha querido el director que vivamos el film al ritmo de la vida de su abuela, no es la lentitud sino su exageración en el montaje lo que se cuestiona. (Miguel Vidal)
Caos en la ciudad, de Enrique Pérez Him (Panamá, 2012)
Ciudad de Panamá es una urbe en aparentemente imparable desarrollo: florecen altísimos edificios de oficinas y departamentos, el gobierno no para de ejecutar proyectos de infraestructura de gran envergadura, y cada mes se importan más automóviles. Pero los precios de las viviendas crecen exponencialmente, barrios enteros de vecinos de bajos recursos tienen que ser desplazados para abrir paso a las construcciones y la excesiva cantidad de autos convierte a las vías en intransitables.
¿Suena familiar? Este es el terriblemente desigual escenario que pinta Caos en la ciudad, documental acerca de una ciudad cuyo progreso no está al mismo ritmo del de sus habitantes. Sostenida en impactantes tomas, con el encuadre como instrumento para presentar crudamente las contradicciones ya explicadas, y una edición tanto de imágenes como de sonido que la dotan de un ritmo y dinámica muy ágiles, en sólo 52 minutos da una explicación muy clara del problema: el gobierno prefiere aliarse a la empresa privada para hacer negocios con el pretexto de las obras públicas, a la par que utiliza a las mismas como propaganda, dejando de lado cualquier planificación urbana o interés por el bienestar de sus ciudadanos. El panorama es oscuro: los ciudadanos entrevistados en Caos en la ciudad reconocen que el gobierno no les miente, sino que descaradamente admite que lo mueve el interés por el negociado.
Desconocemos, sin embargo, las razones por las que Caos en la ciudad prefirió quedarse en el diagnóstico en lugar de dar el próximo paso y llegar a la denuncia frontal. Más allá de algunos señalamientos a los responsables (se repite un vago “el gobierno” y se nombra a Odebrecht como una de las empresas involucradas), no se devela ni se explicita ninguna estructura o sistema de índole económico, cultural o ético que posibilite la impunidad de la actuación de los poderosos. (Marco R. Colombier)
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Los Días, de Ezequiel Yanco (Argentina, 2012)
Este documental argentino desde los primeros minutos deja claras sus intenciones narrativas y estéticas: seguir la vida de dos pequeñas hermanas gemelas en su camino hacia la pubertad, con un estilo muy apropiado para sus personajes, delicado, minimalista, intimista y femenino. Los días practica un realismo sin muchas pretensiones, que intenta atrapar los pequeños conflictos que afrontan las niñas de esa edad mientras se descubren a sí mismas dentro de su femineidad.
Sin embargo, el encanto que podría tener esta “grabación de baja intensidad” termina por derrumbarse por ser, en sus momentos con más contenido, llana, mundana, tímida y hasta sumisa, y directamente soporífera en sus escenas menos importantes. Le falta, justamente, conflicto. Según reveló el propio director en una entrevista, el proceso de realización de esta película fue de cuatro años de filmación, el último de ellos de filmación y edición en paralelo. Suena a demasiado esfuerzo para muy poco producto final. (Marco R. Colombier)
Más:
- FIACID sigue hasta el domingo 09. Puede verse aquí la programación oficial.
- En este útil catálogo se puede revisar la información de todas las películas a proyectarse.