“Existe en el quechua chanka un término sumamente expresivo y muy común; cuando un individuo quiere expresar que a pesar de todo aún es, que existe todavía, dice: ¡Kachkaniraqmi!”.
José María Arguedas
Por: Marco R. Colombier
Quizás la campaña de marketing y los breves atisbos que nos dan los trailers puedan, ante ciertas miradas, acercar a Sigo siendo al marcaperuanismo en boga. Sin embargo, la más reciente película de Javier Corcuera no puede estar más lejos del optimismo gratuito, economicista y conformista. En cambio, exalta una ilusión y una euforia plenamente justificadas por el talento de los músicos presentados, por su auténtica impronta popular que trasciende la pantalla e invita a pararse y aplaudir en la sala de cine.
Para entender la tesis de Sigo siendo se debe partir de la cita de Arguedas que abre la película: este es un país donde han pasado cosas terribles, donde desde hace siglos naciones enteras son explotadas, amenazadas y desangradas por diversos actores y motivos. A pesar de tanta injusticia y sometimiento – sostiene Sigo siendo –, existe muy dentro de las identidades que coexisten en el Perú aquella pasión por el arte, aquel anhelo de felicidad que hace que surjan manifestaciones culturales como las que vemos en pantalla. En medio del desorden y la violencia, no es necesario más que un preciso zapateo o un afinado instrumento de palo para armar la fiesta. Sigo siendo sintetiza la celebración de la vida a pesar de todo.